Los Mogotes, Sierra de Galeras © Alfonso Silva Lee
Aguají y almiquí en la arribada
EXTRATO DE LIBRO
CUBA NATURAL
Si dispusiera de una máquina de tiempo, capaz de viajes reversibles, mis primeras dos expediciones serían al período de hace medio milenio y al de hace 6.000 años. No me molestaría en trasladar el artefacto; mi curiosidad mayor es contemplar la naturaleza de Cuba, vivirla en esos dos instantes: justo a la llegada de los primeros europeos, y después�plato fuerte�a la de los humanos inaugurales.
Eso me atraería más que cualquier otro acontecimiento, anterior o posterior, cubano o extranjero. Incluso más que el plácido planeta de hace 530 millones de años, cuando la naturaleza ensayaba los más inverosímiles modelos de anatomía acuática, hoy casi en su totalidad extintos, o que la superproducción del Jurásico, con su carnaval de lagartos monumentales.
La elecci�ón, suponiendo que fuera capaz de colocar la máquina justo en el lugar de cada desembarque (el primero vive en eterna disputa, el segundo se desconoce por completo), no es por disfrutar las caras de alivio de los recién llegados. La raz�ón del primero sería el espectáculo de aquellos aborígenes�los Taínos�imbricados en la naturaleza, parte de ella; conocedores del frutillo dulce y la semilla con veneno; prácticos regionales de cada lomerío, arroyo y cañada; capaces de pronosticar el rumbo de una iguana y la arribazón a la orilla de multitudes de tortugas gigantes; hábiles en olfatear tormentas desmedidas y en atrapar su universo con nombres sonoros.
Muchas voces aborígenes han sobrevivido. Buena parte de la toponimia (desde Guanahacabibes hasta Maisí), de los nombres de plantas y maderas (sabicú, majagua, yarey, hicaco, guayacán) y de los muchísimos animales (jaiba, aguají, manjuarí, iguana, majá caguayo, manatí, guareao, catey, jutía...) tienen su origen en las lenguas nativas casi por completo desaparecidas. Algunas voces, como huracán, canoa, barbacoa, hamaca y caimán, incluso se han fijado para siempre en el transnacional castellano de hoy y hasta se han dispersado, con pocas alteraciones, a otros idiomas. Los propios nombres Caribe y Cuba son de origen taíno.
Paisaje al oeste de la Farola © Alfonso Silva Lee
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